Pequeñas historias del crowdfunding en Cuba

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Homagno

Acción- reacción:

El cantautor humilde concibe un disco;
materializarlo genera gastos (músicos, estudio…);
el cantautor humilde concreta el disco pero asume deudas;
el disco humilde no genera dinero;
el cantautor con deudas, disco en mano, busca vías sensatas para pagar.

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En los espacios libres de un estudio, con músicos que fueron conociendo, profesionales todos, con dinero que habían ahorrado, que iban pidiendo, que debían saldar, con asistencias, con la ilusión de hacer algo concreto que superara las horas de ensayos y las de estar sentados con la guitarra a ver si sale un tema, Ernesto Mederos y Manuel Bas armaron un disco.

Les tomó más de un año.

Once canciones.

Le llamaron Homagno, como el poema de José Martí. Homagno, que es el nombre de la banda que son.

–Lo hicimos independiente, porque el tiempo que habíamos recorrido dentro de la música era relativamente corto, y no habíamos tenido la posibilidad de acceder a ninguna empresa. Esos procesos requieren un tiempo. Pero nosotros no estábamos dispuestos a esperar, explica Ernesto.

Manuel hizo una premezcla. La enviaron a los premios Cubadisco 2017. Dos nominaciones: Mejor álbum de música fusión y Mejor diseño. Sin embargo, en Cuba, es difícil que un disco independiente sea capaz de generar dinero. Primero, porque no existen canales para venderlos. Segundo, porque una banda, por buena que sea, no puede cobrar por presentaciones (oficialmente) si no forma parte del catálogo de una institución. Así que los Homagno, que entonces ni siquiera tenían músicos fijos, se presentaban en algunos locales a dos guitarras, o con algún amigo que tocara el cajón, pasaban el disco por Zapya, se filmaban con cámaras de mano mientras tocaban, pero nunca generaron un peso que aliviara la deuda, hasta que, en junio de 2017, Ernesto va a Alemania.

–Sentimos que, dada la posibilidad de que yo tuviera conexión full time, podíamos hacer un crowdfunding. Sabíamos que en Cuba había experiencias previas en este tipo de campañas. Y bueno, sabíamos que funcionaba, aunque no es una vía convencional para adquirir fondos, si se piensa desde la realidad cubana.

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Crowdfunding: financiación colectiva.

Necesito X suma de dinero para generar Y. Hago una campaña. Explico lo que es (será) Y. Lo promociono. Te convenzo de que (me) dones dinero a cambio de regalías relacionadas con Y. A ti, y a otros tantos. Reúno X. Genero Y. Cumplo con las regalías.

Casi todo el proceso se lleva a cabo a través de internet.

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Antes de Homagno, en el 2014, Jorgito Kamankola había hecho Antes que lo prohíban: el primer disco cubano financiado por crowdfunding.

–Me había ganado una beca de la Asociación Hermanos Saíz para hacer un disco en los estudios de la Egrem, pero se me acabó el tiempo para mezclar. Y como no lo pude licenciar en ninguna disquera, no tenía cómo pagar los músicos, la mezcla, todo.

“Entonces vino un amigo y me habló de hacer crowdfunding. Yo le dije: asere, estamos en Cuba… Y él me dijo: dale. Y metimos el proyecto”.

Lo emprendieron a través de Verkami: una plataforma española especializada en el tema, que tiene como norma que, una vez que comienzas la campaña, tienes 40 días para alcanzar el monto que te has propuesto. De lo contrario, el dinero regresa a los donantes.

–Pasamos un trabajo del carajo, porque teníamos que meternos en embajadas, en hoteles, pedir favores a gente que tenía internet en el trabajo. El plan era colgar adelantos del disco en las redes sociales, y mandarles mensajes privados a los socios: oye, ¿te acuerdas cuando yo te invité a un pan?, bueno, págamelo aquí.

Jorgito reunió 3 000 euros. Terminó el disco. Después viajó a España, hizo mil copias físicas, y desde allí envió las recompensas.

–Así me salió mucho más barato que si lo hubiera hecho desde Cuba.

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–Verkami me asustaba muchísimo. No sabía si iba a poder contar con el apoyo de mucha gente, o si iba a llegar a los 5 000 euros que nos habíamos puesto como meta antes de 40 días. Por eso decidí utilizar GoFundMe, que no tiene términos de tiempo, dice Ernesto.

“Después creé un canal en Youtube, donde subí cuatro o cinco videítos que teníamos. Creé un canal en Soundcloud, y subí unos fragmentos de la premezcla del disco, para que las personas tuvieran una idea de qué tipo de música hacíamos. Y después, lo que hice todo el tiempo fue linkear eso en Facebook, en Twitter”.

Ernesto emprendió la campaña solo.

Manuel, en Cuba, a veces se conectaba desde un parque wifi, trataba de estar pendiente.

–Otra cosa que tiene GoFundMe es que uno puede ir editando la suma que necesita. Después de poner esos 5 000, yo dije: es demasiado. Entonces lo que hicimos fue ir dividiéndolo por plazos. Los primeros mil, y así…

“Cuando uno hace la donación, llena un formulario relacionado con el número de la cuenta, los datos. La página te va mostrando eso. Y el administrador tiene la posibilidad de reconocer a los donantes. Antes del agradecimiento mayor, que es la regalía, el agradecimiento verbal también es válido”.

Lo usual es que la regalía mínima, es decir, la que se hace a cambio del mínimo de donación, sea una copia física del disco, y que este tenga el nombre del mecenas en el listado de agradecimientos.

Después puedes ponerte creativo.

Jorgito regaló caricaturas, almuerzos, recorridos por La Habana.

Homagno prometió videopoemas personalizados, dedicar canciones.

–En nuestro caso, los primeros 45 días fueron realmente fructíferos. La primera donación vino de una amiga que estudió conmigo en la universidad, que además fue la que me recomendó utilizar GoFundMe. Nada más que eché a andar la campaña, ella hizo su donación. La segunda, vino de la cuenta del papá de Manuel. Y así…

En septiembre, cuando Ernesto regresó de Alemania, había recaudado poco más de 2 700 euros.

–La mayoría de las donaciones vinieron de cubanos que viven en los Estados Unidos. Eso es una ventaja, porque a la hora de realizar los envíos, podemos hacer un envío grande, y que las recompensas se repartan desde ese lugar. Sin embargo, tuvimos muchos donantes en Europa, en Australia, y eso hace las cosas más difíciles.

“Nosotros todavía no hemos comenzado a dar las recompensas, entre otras cosas porque todavía no hemos encontrado la manera de imprimir los discos aquí. Todo el mundo sabe el ritmo al que uno puede trabajar en Cuba. A veces las cosas se dilatan un poco más, a veces un poco menos, pero casi siempre se dilatan…

“De todos modos, eso es lo de menos. La gente va a recibir sus regalías”.

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Jorgito Kamankola, que el 29 de enero pasado hizo público un crowdfunding para su tercer disco, dice que cuando alguien colabora con un artista, colabora también con la esperanza.

–Ya no existen los patrocinadores, y es muy difícil que las instituciones te apoyen. Entonces, al colaborar con un disco, lo que se pone es mucho más que dinero, se pone el aquello de que “hay otras alternativas”. Se contribuye a que los artistas puedan vivir siendo independientes.

Mientras, Homagno, sin deudas pendientes, con banda propia y la mira apuntando a un segundo disco, habla de compromiso:

–Una vez que una persona hace un depósito de dinero, está comprometida para siempre con el trabajo de uno. Y uno, a la vez, se compromete con ella. Existe una conexión emocional, fundamental, que, por supuesto, resulta beneficiosa.

“Lo más importante es que el proyecto avance. Y ya hemos ido concretando algunos pasos. El único punto débil es que no hemos podido finalizar nuestro primer videoclip. Estamos buscando una manera práctica de realizarlo, porque es algo demasiado caro; y para artistas que todavía no cobran por su trabajo, cuesta mucho más.

“Todo el mundo sabe que los videoclips, los más baratos, están sobre los 8 000 CUC.

“Y no es por na’, pero cuántos crowdfunding tenemos que hacer pa’ eso”.

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