Las Bodas de Oro que inauguró el Estudio Figueroa-Vives

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Foto: Racso Morejón

Como ave de paso -ajena a lo que ocurre en su patria de tránsito-  así transcurre la Historia. Y existe inevitablemente una parte oscura de esa Historia, más oculta que el hemisferio oculto de la luna, más difícil de encontrar que un pedacito de oro en pueblo de campo, más incierta e inverosímil que una doncella medieval en almendrón habanero. Pero el arte devela lo que la Historia vela. Porque el arte, en este caso excepcional de regocijo estético, manda al carajo a la Historia y la retuerce, y la hace suya, y la estruja y la escupe, y la mima (si se lo mereciese). Para el arte, la Historia es sólo un pretexto, una circunstancia contextual y tres puntos suspensivos.

El ojo de artista entrenado  descubre con capricho de antropólogo los más asombrosos sucesos. Y los traduce. Primero, a fuerza de piedra rústica y dedos pigmentados, luego con pincel y cincel en marmóreas superficies, y ya hoy con cualesquiera sean los medios adecuados al desahogo creativo. Por ello, no nos sorprende ya lo postmoderno, lo descabellado, lo poco “artístico” (cuando no la falta de “artisticidad”) en el arte actual. Y es que todo vale, porque el arte es –también– una idea.

Y el arte es –además– la Historia. Eso nos intenta decir muchos artistas de las jóvenes generaciones, que no es lo mismo que artistas jóvenes (aunque también). Ver reunidos en una muestra muy postmoderna a Celia y Yunior, Alejandro González, Reynier (El Chino) Leyva Novo, Fidel García, en conjunto con lo que legó a la Historia (la nuestra, la Historia de Cuba) el famoso Studio Korda…, es una oportunidad que no se da todos los días. El lugar de reunión es –no podía ser de otra manera– el Estudio Figueroa-Vives en colaboración con la Embajada de Noruega. Hasta el mes de julio de 2018 estará abierta al público esta exhibición bajo el título Bodas de Oro.

El nombre no deja lugar a dudas: se rinde tributo a cincuenta afortunados años de maridaje. Pero, ¿maridaje de quién? Pues maridaje con la Historia, faltaba más. Entre 1968 y 2018, ¿qué ha pasado? ¿Cuáles sucesos nos han marcado? ¿Quién ha vencido y contado a su manera esta Historia cincuentenaria? En palabras de los propios artistas convocados a tal ocasión, 1968 fue un año trascendental en el suelo patrio y en el mundo. Unos lo recuerdan mejor que otros, pero todos traducen –a través de sus obras– el feeling de esos tiempos.

En este sentido, sobresale la presencia de José A. Figueroa y su apego nostálgico al estudio del más universal de los fotógrafos cubanos: Alberto Díaz (Korda); la obra del dúo Celia-Yunior reconsideran las fluctuaciones de la economía cubana entre 1968-2017; Reynier Leyva Novo reconstruye el cancionero popular vetado en esa época con un ingenioso “concierto silente”. Por su parte, Fidel García nos propone un proyecto de instalación satelital en la Antártida que mejore y democratice el acceso a las comunicaciones digitales, mientras que Alejandro González nos trae, con un bienvenido soplo de aire fresco, una re-edición instalativa de 2009 donde una palabra resume el sentir de muchos en varias latitudes: CAMBIO.

Los gravámenes históricos entre 1968 y 2018, con marcado énfasis en 1968 como punto de inflexión, se cuestionan y exponen, se piensan y sí: se temen. Las obras instalativas y de video presentadas en Bodas de Oro resumen la angustia de quien no espera nada de la vida, o de quien sólo espera sorpresas no gratas. No hay felicidad ni optimismo; no hay color, ni calidez: todo es bruma, cifras y datos, fotografías añejas de un pasado glorioso que ya no será jamás, son testimonios desgarradores, son fragmentos de leyes radicales, son el recuerdo –presente aún– de la Historia.

Como una espectadora más, sentí el peso aplastante de la Historia sobre mí. Ese es el valor del arte verdadero: me sentí viva. Sentí el miedo del artista, sentí el miedo del ser humano tras el artista, sentí el miedo general y humano a la Historia. Eso es Bodas de Oro, un recuento, un recordatorio, un pase “one way only”. No fue casual encontrarme en el flyer promocional del evento las siguientes palabras de Jean-Paul Sartre:

“Todo el mundo lo creía impensable, y si ocurrió una vez, puede volver a ocurrir”.

Nota aclaratoria: El performance de Reynier Leyva Novo, programado hasta pocas horas antes de la inauguración, no se pudo llevar a cabo por reclamaciones y quejas de entidades oficiales sobre la participación de personas sordas e hipoacúsicas, según explicaron a Zafra Media los organizadores de la exposición.

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