Chirrín chirrán, que ya se acabó la magia de Harry Potter en el teatro Trianón. La compañía El Público parte la varita mágica con la función número 100. Que sí, que ya es una tradición de esta compañía, con tarja conmemorativa develada y todo. El que no estuvo sentado en esta sala el pasado domingo se quedó.
Lágrimas, risas, abrazos, aplausos y ovaciones arrancadas al público asistente a esta centenaria puesta en escena fue el saldo a uno y otro lado del escenario. Chucho interno entre actores, alusiones, un poco en broma un poco en serio, de esto y de lo otro, de aquí y de allá, de Cuba y del mundo, de Cuba y para el mundo, de Cuba y por Cuba.
Con la 100 de Harry…se produjo nuevamente ese “despliegue emocional más allá de su universo dramatúrgico”. Cuando pensé que asistía a más de lo mismo, solo que con parte del elenco renovado, fue que noté que estaba por primera vez disfrutando diálogos, monólogos, gestualidad, Historia e historias, advertí que me había pasado la mano con discreción por los ojos en no pocos momentos en que César Domínguez proyectaba el contenido de su voz; sin embargo volvió a abofetearme en plena cámara la rabia y la pasión expuesta por el resto de los actores.
Aquello que una vez acoté como el trance del “discernimiento artístico, entiéndase vivencias, anécdotas, subterfugios, alegorías, y evocaciones personales” estuvo paseándose a sus anchas por la memoria afectiva de cada uno de los que asistimos a este último pase de varita y capa como manto de experiencias para no olvidar.