Prefiero seguir mirándolo como un ejercicio de la libertad que apasiona más que nada. El tatuaje en Cuba, a pesar de los disímiles estudios con que cuenta la isla, no es aún una actividad lícita, aunque a ciencia cierta tampoco es lo que las autoridades pudieran considerar una actividad ilícita.
Prejuicios, expectativas, admiración, rechazo, asombro, desconocimiento, son de los sentimientos que por lo pronto se descubren como variables posibles cuando se promueve un evento relacionado con el tatuaje en Cuba.
Los experimenté todos y más. Me desilusioné de la pasada edición de Havana Tattoo Expo. Caos, desorganización, incoherencia en cuanto a espacio, diseño y realización de sus actividades. En una palabra: improvisación.
Al menos así lo vio quien estuvo por cinco o seis horas buscándole pie y cabeza a algo que se ofreció como un “evento”, una “exposición” y un par de “conferencias”.
Lo comenté con algunos amigos asistentes. Relájate, me decían. Sin palabras, me dijo otra. Imagínate… dejó en el éter una tercera. En fin, dispuse la cámara y me dejé llevar por lo que me parecía más atractivo. El hecho de lucir el cuerpo estética y perpetuamente decorado con admirables tatuajes.
Solo una cosa les digo a los organizadores, hay que comenzar por defender y respetarse uno mismo y lo que hace o representa si verdaderamente pretendemos conseguir reconocimiento a nivel social e institucional.