En la 5ta Avenida del cine independiente cubano

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Claudia Calviño / Foto: areacucuta.com

Para el año 2011, los zombis no habían invadido el cine cubano. Y entonces llegaron. De la mano de Producciones de la 5ta Avenida y dirigidos por Alejandro Brugués —uno de los fundadores de este grupo de cinéfilos creadores—, Juan de los muertos convertía a La Habana en escenario apocalíptico donde prevalecería, sin embargo, el humor y la capacidad de los cubanos de sacar provecho hasta de las situaciones más absurdas y extremas.

La crítica, dividida, dijo que se trataba de “un filme iconoclasta que logra rejuvenecer el panorama con la fuerza de un potente chorro de plasma”, y “una visión para el cine cubano sobre la emigración, construido casi siempre sobre la dupla antagónica de los que se quedan y los que se van”, y también que “el argumento prácticamente no se despliega: se estanca. El filme se ve escaso de temas que le sirvan de subtramas; con situaciones que quedan sueltas, al albur; con insistencia redundante del humor por cada zombi que aparece; con diálogos sin desarrollo ulterior y la crítica insistente sin justificación narrativa”. Aun así, Juan de los muertos se alzó con un Goya a Mejor película extranjera ese año, y reventó las salas de cine de Cuba durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Pero no fue este el estreno de Producciones de la 5ta Avenida. En un apartamento del Vedado, el cuartel general de Producciones…, acerca de cine independiente en Cuba, los inicios y el trabajo que han realizado durante más de diez años, entre carteles de cine y el humo de un Lucky Strike mentolado, converso con Claudia Calviño, quien se sumó al equipo en el año 2006. Enciendo la grabadora y se presenta sin más:

—Mi nombre es Claudia Calviño y soy productora independiente en Cuba, trato de hacer cine, aunque paso más tiempo intentándolo que haciéndolo.  La idea fue de Alejandro Brugués e Inti Herrera, director y productor (respectivamente), cuando en el 2004 intentaron hacer Personal belongings, la primera película de Alejandro Brugués y se montaron esta idea de tener, digamos, una base a partir de la cual no solo producir la película, sino desarrollar otros proyectos futuros. Así fundaron Producciones de la 5ta Avenida.

La idea ha sido entonces, a partir de la pasión que sienten por el cine (como creadores, pero también como cinéfilos, detalle que, según Claudia, define todo lo que hacen), producir proyectos propios y asistir a producciones internacionales y nacionales. Una especie de “production services” para largometrajes, cortometrajes, documentales, audiovisuales para la televisión y photo shooting.

—¿Qué tipo de cine le interesa a Producciones 5ta Avenida?

—Eso siempre lo preguntan y yo no sé, creo que nosotros somos cinéfilos, y desde ese punto de vista, puede uno tener preferencias con algún género o estilo, pero en general cuando a uno le gusta el cine le gustan muchos tipos de cine. Yo puedo disfrutar lo mismo una película policíaca convencional norteamericana, que una película muy experimental hecha por cineastas belgas de 30 años.

—¿Me estás hablando como espectadora o como productora?

—Como productora también, porque yo creo que a mí me interesa hacer las cosas que me gustan. El hecho de ser un cinéfilo en cierto sentido le da un matiz al trabajo porque no lo ves solamente como eso: de qué manera vamos a hacer esto, que sea factible; sino también: ¿es esto algo que nos va a divertir, es esto algo que nos va a gustar, de lo que vamos a estar orgullosos, que nos representa, de lo que queremos ser parte? Y en ese sentido, no solo con las películas, sino en general con los directores con los que hemos trabajado, yo diría que hay una relación cercana, de algo más allá del trabajo, de amistad. Digamos que eso es lo que caracteriza las películas que producimos, no aquellas a las que prestamos servicios.

—¿Cómo asumen estas producciones?

—Depende, generalmente los directores con los que hemos trabajado: Alejandro Brugués por supuesto, Carlos Lechuga, Javier Labrador, por ejemplo, se acercan con un proyecto. Es tan difícil y a veces un proceso tan largo, de tantos años, que yo le doy mucho valor a la idea de trabajar con personas cercanas, porque son como matrimonios: cosas estables que tienen momentos buenos, momentos malos, hay alegrías, obstáculos muy complicados, y por eso es importante ese tipo de relación. En estos momentos tenemos un proceso un poco distinto, un nuevo proyecto que estamos intentando desarrollar, que en este caso partió de una idea de productores de hacer una película sobre un tema y ahora estamos desarrollándola nosotros, pero en general es el director como figura autoral quien viene y se acerca con su proyecto.

“No hacemos muchas producciones propias porque es challenging en Cuba, por las vías financieras que son prácticamente nulas. No hay un fondo estatal ni financiamiento público al que pueda aplicar todo el mundo. El ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) produce películas con financiamiento del estado, pero no se hace mediante concurso abierto, sino que se decide dentro del mismo Instituto cuáles son las películas que se producen, y eso hace difícil que los productores de películas independientes, o los directores que trabajan fuera de la institución, puedan hacer las películas con ese mecanismo, y luego tampoco existen mecanismos privados. Sin embargo, yo realmente creo que somos afortunados, pero hemos trabajado mucho, más de diez años trabajando, y hemos logrado una estabilidad en la producción, a pesar de todos esos obstáculos”.

—¿Se podrían resolver algunas de esas cuestiones con una ley de cine?

—Se habla de eso, pero no he sabido qué va a pasar. Fue un tema candente durante unos años y creo que cada cineasta que ha tenido entrevistas siempre lo ha vuelto a mencionar, incluso cuando ya no se han vuelto a hacer las asambleas abiertas que se hacían, ni las discusiones, ni hay ningún proceso (al menos que yo conozca), desarrollándose.

—Comenzaste la entrevista presentándote como “una productora independiente en Cuba hoy” ¿Qué significa ser una productora independiente en Cuba hoy?

—Al igual que en otros países se le llama independiente a las producciones que se hacen fuera de los grandes centros de producción, en Cuba tiene un significado similar. Es decir, cuando uno habla de ser un productor independiente en Cuba, habla de que uno no pertenece directamente, aunque se trabaje con mucha relación en casi todos los proyectos de una manera u otra, pero uno no trabaja directamente o relacionando el trabajo directamente con uno de estos centros históricos como el ICAIC o el ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) que tiene algunos brazos de producción, como RTV comercial.

“Nosotros a lo largo de estos años nos hemos relacionado con todas estas instituciones, pero nuestro cuerpo de trabajo es externo a esos cuerpos de producción históricos, y yo creo que eso es lo que significa, que se busca financiamiento externo a estos centros, y que se trabaja con fórmulas distintas en el sentido de la organización del trabajo y la distribución de los materiales”.

—¿Y desde el punto de vista visual, existe una diferencia?

—No lo sé, habría que preguntarle a un crítico. Yo lo he conversado con algunos amigos críticos y me dicen que no existe un movimiento independiente en el sentido del estilo y la visualidad, y yo entiendo a lo que se refieren con eso. Yo entiendo que cuando uno dice Dogma 95, uno entiende que es un movimiento artístico que se puede definir claramente, y quizás el cine independiente (cubano) no lo sea desde ese punto de vista.

“Sin embargo, si hay una cosa que podría pensarse como unificadora, es la diversidad, el contar y mirar desde puntos de vista nuevos; no nuevos como novedosos en el sentido artístico, como wow, estamos haciendo lo que nunca se había hecho en el cine, sino nuevos en la manera en la que se hace y también muchas veces en la manera en la que se cuenta, si lo comparamos con las películas cubanas que se estuvieron haciendo los años antes a que llegara la tecnología digital y se propiciara todo esto del cine independiente que mucho tiene que ver con eso también.

“Hay que preguntarle a Gustavo (Arcos), a Joel (del Río), a Dean Luis (Reyes), qué ven ellos como algo que unifique. Yo no creo que sea que la gente se reúna y converse, pero por otro lado siento que hay mucha solidaridad y hay mucho respeto y mucho apoyo entre los cineastas en general, no solo los independientes, porque está muy mezclado todo. El propio Fernando Pérez puede hacer una película independiente y después hacer una película con el ICAIC… En fin, es una comunidad cinematográfica pequeña la cubana, entonces todo el mundo está un poco relacionado de todas formas”.

—¿Cuál sería la función del cine cubano hoy, en relación con la que tenía, por ejemplo, a principios de la Revolución o en los 80?

—Quizás a principios de la Revolución había una intención más vinculada al momento histórico, hacer un cine que tuviera esa carga de cambio radical y cambio social y político que se estaba viviendo. Yo creo que el cine de ahora representa la vida, y mucha gente dice: “qué feas las películas que hacen, nada más que se fijan en la parte mala”, y muchas de las críticas vienen de prejuiciosos y anti-cine independiente y anti-cine cubano en general, porque hay mucho prejuicio con el cine cubano en general, no solo de la gente, porque la gente va y ve las películas, sino en la esfera más alta de la dirección del país, que mira de una manera prejuiciada al cine como la manifestación artística donde solo se enseñan las cosas feas y no las buenas. Obviamente yo no comparto eso, no creo que uno pueda definir el arte por enseñar una cosa buena o mala, no creo que funcione de esa forma.

“Creo que las voces cubanas son en cierto sentido voces muy autorales y voces que tienen un sentido muy de la expresión de los directores que hacen las películas, es decir, nosotros no hacemos Piratas del Caribe, y creo que en todas las películas, hasta en las que parecen más superficiales, está puesta de una forma la visión y la voz de un autor, o un director, sobre lo que sea que esté contando.

“El cine cubano (no solo ahora), es algo histórico, puede que se haya encargado de mirar la zona menos contada de la realidad, y tenemos la televisión y espacios informativos que cumplen una función totalmente distinta y a veces son muy complacientes y no reflejan todos los matices y lo compleja que puede ser la realidad y la sociedad, y creo que el cine ha podido mostrar esas complejidades y esos matices de una manera más profunda, más satisfactoriamente”.

—¿Crees que haya un sello que distinga a Producciones 5ta Avenida, visualmente hablando?

—No te sabría decir, seguramente será el sello de las películas pobres (ríe). Creo que hemos hecho las películas que nos han gustado y quizás alguien más experimentado y con una visión más sistémica de las películas y del análisis cinematográfico, pueda encontrar algo. Lo interesante ha sido hacer Juan de los muertos, que es una película comercial, entretenida y que nadie diría que es una película “de autor”, y que a lo mejor alguien la verá como más convencional y comercial, y para mí es una película que tiene que ver mucho conmigo y mucho con la manera de ser de los cubanos y de los jóvenes, y con la irreverencia que uno siente, y con la simpatía y el humor con el que uno afronta las cosas, y con la rebeldía y la lucha, o la fuerza. Yo veo parecidos entre películas que pueden ser distintas, como Juan de los muertos y Melaza, pero creo que son a nivel de discurso, de contenido, de lo que quieren decir sobre la gente y sobre uno.

—¿Fue la película más difícil, en términos de producción?

—Fue difícil, claro, hicimos una película compleja con poco dinero para lo que la película requería y se trabajó mucho, el equipo fue espectacular, pero ha pasado tiempo y hemos hecho muchas películas complicadas y cada película tiene su dificultad. En Juan de los muertos tuvimos todo el apoyo del ICAIC y eso facilitó muchas cosas, después hemos hecho películas muy de guerrilla en las que no hemos tenido ningún apoyo y han sido muy difíciles por otras cosas. No te podría decir cuál ha sido la más difícil, probablemente la más difícil siempre sea la última. Y la última que hicimos fue complicada.

—¿Cuál ha sido precisamente el destino de esa última, de Santa y Andrés?

Santa y Andrés ha estado bien, aparte de lo todo lo que sucedió en Cuba y que no se haya podido poner aquí, nosotros hemos estado muy felices con la película, ha tenido un recorrido internacional impresionante. Desde que se estrenó en Toronto en septiembre de 2016, no ha parado. Hay fines de semana en que la película se está poniendo en cuatro festivales distintos. Ahora justamente estamos logrando cerrar acuerdos para llegar más allá del circuito de festivales, para la distribución de la película en Estados Unidos y Canadá, y además estamos viendo posibilidades para la distribución en Alemania y en otros territorios de Latinoamérica. Ha sido duro y difícil el camino, pero la película ha gustado mucho y ha tenido un recorrido muy bueno.

—¿Crees que lo que pasó en Cuba con la película ha influido en ese recorrido?

—La película empezó en septiembre, sin haber sucedido nada en Cuba todavía, y desde ese momento fue bonito y el público siempre funcionó de una manera espectacular. Entonces yo no te sé decir si mañana no la ponen en no sé dónde por lo que pasó. Cuando yo estoy en el cine en Alemania, de donde acabo de llegar presentando la película, la gente termina de verla sin saber que en Cuba no se ha puesto, eso se descubre luego, pero hasta ese momento la gente está enganchada con la historia, con dudas sobre la propia historia, emocionados porque hay un mensaje que trasciende el tema social y político de Cuba, porque es un mensaje más amplio de reconciliación universal.

“Puede que probablemente haya ayudado en algún sentido en lugares con más seguidores o más conocedores de Cuba. Y perdimos la posibilidad de poner la película en el Yara y verla con el público cubano que es realmente el espacio soñado para el que uno hace las películas, pero no pasó y bueno uno tiene que ir para adelante”.

—¿Ya eso no va a ser?

—No, por supuesto que no. O bueno, nunca se sabe, ya eso no está en mis manos, pero realmente no lo creo.

—¿Cuál crees que sea el futuro del cine cubano?

—Yo creo que tiene que haber de todo, y eso sería lo más interesante. El papel de un instituto de cine es importante, no tanto un instituto que sea productora de cine, porque no lo veo de esa forma, pero aún si lo fuera, hay una serie de audiovisuales, de temas, que podrían competerle a un instituto contarlas, sobre todo cosas que tengan que ver con el mismo patrimonio fílmico de Cuba y esas cosas. Pero debería haber heterogeneidad y diferencias y mucha variedad y posibilidades de cosas. Yo espero que en algún momento los mecanismos financieros se estabilicen y se regulen y las maneras en que se hace el cine acá sea más organizado, no solo para el cine independiente, sino para todo el cine que se hace en Cuba. Creo que los obstáculos que hay hoy no solo afectan a los productores independientes, sino a todo el mundo por igual y hay cosas que se pueden hacer para mejorar la manera en la que se hace.

—¿En qué trabajan actualmente?

—Estamos terminando una película que se llama El viaje extraordinario de Celeste García, el primer largometraje como director de Arturo Infante (guionista de La edad de la peseta, Habana Eva, Utopía, El intruso, Gozar, comer, partir). Y estamos desarrollando nuevos proyectos, con Alan González, Carlos Lechuga, y otras coproducciones con España y Argentina.

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