El Portazo: Un show dialéctico

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Pedro Franco: “Muchos me llaman y me dicen: quiero ver tu show, más allá de tu espectáculo, cabaret u obra, porque es todo eso también”. Fotos Racso Morejón
Pedro Franco: “Muchos me llaman y me dicen: quiero ver tu show, más allá de tu espectáculo, cabaret u obra, porque es todo eso también”. Fotos Racso Morejón

Seis años de trabajo. Cinco puestas en escena. Actores diversos. Una dialéctica. Este pudiera ser un breve resumen para describir a El Portazo, compañía teatral creada en Matanzas, y que ya ocupa un espacio notable en el quehacer de las tablas en Cuba.
“Tuve la suerte de crear un grupo en el 2012 con mis amigos más cercanos. Empezamos solo cuatro y ahora somos 26”, cuenta su director Pedro Franco, egresado de las Escuelas Nacionales de Arte, quien decidió un día, por fortuna, salir de su dinámica como actor para incursionar, con menos de 30 años, en la dirección teatral y, hasta el momento, no le ha ido mal.

CCPC La República Light. Fotografías Racso Morejón
CCPC La República Light. Fotografías Racso Morejón

El Portazo se puso a la vista del público amante del teatro a partir de que recibiera el Premio Villanueva de la Crítica 2015 al mejor espectáculo en Cuba con la obra CCPC, Cuban´s Coffee by Portazo Cooperative. Pedrito, como le llaman casi todos en el mundo de las tablas, es un joven que “le gusta el show” y así lo evidencia en sus recientes producciones.

“Hasta ahora el grupo ha trabajado por trilogías. Hicimos Por gusto, Antígona y Semen como parte de En zona. Intentamos nuclear una serie de procesos que nos interesaba descubrir, varios ejes temáticos con los cuales dialogar. Cuando terminamos las primeras entregas en 2014, estrenamos CCPC… en 2015, para seguir ahora en 2018 con La República Light, en la cual estamos enfrascados, y la tercera en el 2021, o sea, un proyecto de seis años para ver su funcionamiento como una saga”, comenta.

El propósito es “conectar a espectadores y que ellos recepcionen a partir del primer espectáculo, además de sumar nuevos sin necesidad de ver el inicial; por eso decidimos mantener en La República… ciertos aspectos técnicos y estrategias del lenguaje para poder lograr ese objetivo. Siempre es mejor ver la puesta anterior, ese es el espectador ideal, quien percibe una continuidad desde el punto de vista estético y formal”.

Un elemento a destacar de esta nueva trilogía es la inclusión del espectáculo de cabaret, donde se utilizan varias características propias de este tipo de “show”, como prefiere llamarlo su director: la sátira, el travestismo, el uso de los espacios para la interacción con el público, el canto y la danza, todos entremezclados en escena. “Muchos me llaman y me dicen: quiero ver tu show, más allá de tu espectáculo, cabaret u obra, porque es todo eso también”.

Es inteligente: juega con el espectador, le muestra lo que quiere ver sin sacrificar códigos estéticos los cuales también acomoda en pos de lograr una equilibrada dramaturgia. Si solo se hubiese quedado en el cabaret debía “cumplir ciertos parámetros que de alguna manera me iban a limitar y además me exige complejidades en las cuales no estoy trabajando ahora mismo, por eso preferí citar el género. Este espectáculo va a irse desarrollando más en el show; estamos en un work in progress, cada 25 funciones se cierra un ciclo para hacer cambios y así cuando proyectemos el cierre del espectáculo en marzo de 2019 en la función 100, será más show, con una dinámica diferente, otro tipo de relación entre el colectivo y el público donde el actor se te acerque, puedas beber un trago durante la función, experimentar una sensación de libertad dentro de ese espacio. Esa es la idea”.

Pedrito apenas sobrepasa los 30 años, por lo tanto trabaja a diario con actores de edad similar, a los cuales considera amigos y por eso “es muy cómodo trabajar con ellos. Yo pasé por ahí. Estuve en su lugar y sé como es la dinámica de trabajo y en esa dualidad se mueve la relación. Entre el actor y el director… el amigo y el jefe”.

Uno de los conflictos que también ha vivido es la migración, aunque admite: “Como es tan orgánico no me ha creado grandes problemas. Siempre es difícil ver a las personas partir, incluso varios actores medulares en el grupo: fundadores y allegados sobre las cuales se ha construido la poética de El Portazo. En un fragmento en el texto de esta obra se habla de la renovación y su necesidad. La inserción de nuevos actores ayuda a esa dialéctica. Nos agita porque hay que asimilarlos y ellos a su vez asimilan lo establecido y en ese pequeño estado de crisis hay un movimiento. Ese el núcleo de la poética de El Portazo. Esto es positivo y debería ser una práctica para el resto de los grupos porque en ocasiones nos enquistamos muy rápido. Es agotador seguir ciertas dinámicas, pero está bien moverse”.

Por el momento, El Portazo se queda en Matanzas, pues no precisan estar en La Habana para insertarse en la programación teatral de la capital y el resto del país. “Hemos tenido muchas voluntades que nos han ayudado desde el inicio. También trabas y obstáculos, pero han sido menos”. Franco hacer honor a su apellido y afirma con toda sinceridad: “Amo esa ciudad aunque nací en Santa Clara, pero me mudé con solo tres años y me considero matancero. Me da muchas posibilidades de desarrollo para poder trabajar. Estoy tranquilo y las cosas de trabajo las resuelvo más rápido.

“No tengo muchos problemas con la circulación de los espectáculos; hemos realizado 25 funciones de La República… en cuatro festivales y cinco provincias y yo agradezco eso. Puede que existan fallos en el engranaje, pero uno se las gestiona para que todo fluya”.

Hasta ahora, salvo por el nombre de la compañía, no han recibido muchos portazos.

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